Luisa del Reino Unido (1848 - 1939)

 

La princesa Luisa del Reino unido es recordada por la historia como una de las hijas más rebeldes y más hermosas de la reina Victoria. Desde joven se mostró diferente a sus hermanos, y maduró para convertirse en una mujer provocativa y revolucionaria, dándole más de un dolor de cabeza a su madre.

Rumores respecto a su vida amorosa, un supuesto embarazo secreto, su defensa por los derechos de la mujer y su participación en áreas que eran dominadas por hombres, hacen de Luisa uno de los personajes de la familia real británica más interesantes del siglo XIX y XX, siendo uno de sus miembros más queridos durante su época, pero también uno de los menos recordados actualmente. 



Primeros años


Luisa Carolina Alberta de Sajonia-Coburgo-Gotha nació el 18 de marzo de 1848 en el palacio de Buckingham, en la ciudad de Londres, Reino Unido. Sus padres fueron la reina Victoria del Reino Unido y su esposo, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, siendo la cuarta hija mujer y sexta hija en total de la pareja.  Como hija de la monarca inglesa, recibió en el momento de su nacimiento la tratativa de Su Alteza Real.

Luisa fue bautizada el 13 de mayo de 1848 en el palacio de Buckingham por el Arzobispo de Canterbury. El nombre de Luisa le fue dado en honor a la madre del príncipe Alberto, la princesa Luisa de Sajonia-Gotha-Altenburgo. Su segundo nombre, Carolina, le fue dado en honor a la abuela adoptiva de Alberto, a quien el príncipe le tenía mucho afecto, y su tercer nombre, Alberta, se le dio para honrar a su propio padre. 

La nueva princesa llegó al mundo en un momento turbulento para las monarquías y estados europeos. El año 1848 sería recordado en el futuro como un año de revolución y rebelión. En Irlanda, revolucionarios buscaban poner fin al dominio británico de sus tierras, mientras que en Europa reinaba el caos con múltiples revoluciones sucediendo una tras otra, deponiendo monarquías y sumiendo en la pobreza a gran cantidad de nobles. Habiendo nacido en un momento tan turbulento para el continente, la reina Victoria intuyó que su hija seria "algo particular," y el tiempo terminaría por darle la razón. 

Princesa Luisa del Reino Unido de niña
Princesa Luisa del Reino Unido de niña


Parte de la rebeldía de 1848 se contagió a la joven Luisa. La familia real era afín a la vieja filosofía de que los niños deben ser "vistos pero no oídos," pero esto no aplicaría a la princesa. Luisa tenía un espíritu rebelde, y no tardó en desafiar la filosofía de sus padres teniendo una mente inquisitiva y curiosa. Siempre dispuesta a indagar el por qué de las cosas, y nunca satisfecha con una respuesta vaga, Luisa pronto pasó a ser nombrada como la "pequeña señorita por qué" por los miembros de la familia real, con su madre considerándola demasiado curiosa para su gusto. 

Desde una muy temprana edad fue evidente que Luisa era una niña talentosa e inteligente. Su educación, como la de sus demás hermanas, siguió un estricto programa diseñado por su propio padre y su amigo y confidente el Barón Stockmar, que actuaba como el tutor privado de las hermanas. Dicho programa incluiría la enseñanza de actividades prácticas como la cocina, el cuidado del hogar, la carpintería y el arte, en el cual Luisa destacaba particularmente. 

La muerte de su padre


A pesar de ser una niña muy inteligente, Luisa no estaba preparada para enfrentarse a la tristeza, y pronto se vio forzada a encarar sus dificultades de la peor manera posible. El 14 de diciembre de 1861, cuando Luisa tenía apenas 13 años, su padre Alberto falleció. A pesar de que Luisa no tenía la mejor de las relaciones con su madre Victoria, debido a su naturaleza inquisitiva, esta misma cualidad sería la que cautivaría a Alberto. Luisa se había convertido en la hija favorita de su padre, y su muerte fue extremadamente dura para la princesa, quien tuvo que enfrentar su dolor en total soledad. 

Su madre fue consumida por su propio dolor, y no prestó atención alguna a las dificultades por las que su hija estaba atravesando con la perdida de su padre, haciéndola sentir sumamente sola. Victoria estaba tan fuera de si que apenas podía podía mantener la calma y la cordura, lo que condujo a que se ausentara de la vida de sus hijos con regularidad. Luisa se volvió reservada y obstinada, pero incluso en estas terribles condiciones, la princesa debió buscar la forma de salir adelante. 

Luisa se centró en sus habilidades artísticas para olvidar a su padre, convenciendo a su madre para que le permitiese asistir a una escuela de arte bajo el tutelaje de la escultora Mary Thornycroft, quien había previamente realizado varios trabajos para la familia. Más adelante, en 1863, ingresó a la Escuela Nacional de Entrenamiento Artístico donde descubriría su pasión por la escultura. Sin embargo, el amor de Luisa por el arte no fue bien visto por su madre y la familia real, quienes impidieron que pudiese desarrollar una carrera artística debido a su rango dentro de la realeza británica.

Princesa Luisa del Reino Unido Joven
Luisa durante su juventud


Cuatro años debieron pasar para que Luisa finalmente pudiera volver a sentirse lista para aparecer en publico sin perder el control de sus sentimientos, mostrándose segura para encarar la vida con alegría y dejar atrás la perdida de su padre. Sin embargo, su madre tendría otros planes para ella. 

Los grandes bailes eran una parte central de la cultura victoriana, con las jóvenes pertenecientes a la élite y a las familias reales haciendo su aparición en sociedad con una gran y extravagante fiesta. Con motivo de su cumpleaños número 17, Luisa pidió a su madre realizar una de estas fiestas en su honor, llena de emoción y expectativas. Sin embargo, la emoción pronto se convirtió en decepción, cuando su madre canceló todos los planes de la fiesta. 

La reina aun consideraba que los protocolos por el duelo de Alberto tenían que ser respetados, y consideró que la muerte de su esposo aún era un evento muy reciente como para abandonar el tono triste y negro en el que estaba la corte británica. Esto mantuvo a la familia real en un estado de luto permanente, incluso pasados ya varios años de la muerte de Alberto, enfureciendo a Luisa, quien presionó a su madre para que esta abandonase el luto, cosa que no consiguió. Victoria pasaría el resto de su vida recordando a Alberto, y nunca logró superarlo por completo.

Como era de esperarse, Luisa no tomó para nada bien la continua injerencia de su madre en su vida y pronto la relación entre ambas se vio progresivamente más y más afectada. La reina rutinariamente rechazaba y se oponía a las ideas y antojos de Luisa, incluso llamándola indiscreta y diciendo que era una "niña imprudente," quien obtenía placer de comenzar discusiones con ella. 

No paso mucho tiempo hasta que la naturaleza rebelde de Luisa la hizo sentir atrapada dentro del palacio real y las estrictas reglas de su madre, lo que la precipitó a seguir sus intereses a pesar de la negativa de su familia. Luisa rompió toda regla y protocolo que pudiera existir cuando decidió convertirse en una artista contra los deseos de su madre, y más aún al entrar al mundo de la escultura, un área dominada por los hombres en aquella época. Como princesa, nadie esperaba que se convirtiese en una artista, y como mujer, se hubiese esperado que entrara en áreas artísticas más femeninas, como la pintura o el canto.


Escultura de la reina Victoria realizada por Luisa del Reino Unido
Escultura de la reina Victoria realizada por Luisa del Reino Unido

Los primeros escándalos sobre la vida personal de Luisa


A pesar de las complicaciones en su relación, la tradición indicaba que Luisa debía eventualmente asumir el rol de la secretaria personal de su madre, y Victoria, siendo una mujer rígida y tradicional, pronto le otorgó dicho rol. Luisa fue sorprendentemente muy buena como su secretaria, aunque lo encontró aburrido y tedioso. 

Sin embargo, el nuevo trabajo de Luisa le permitió estrechar contacto con los diferentes empleados y sirvientes de la corte, entre los que destacó el tutor personal del príncipe Leopoldo, su hermano menor. El hombre en cuestión era Robinson Duckworth, que aunque respetable, no era miembro de la realeza. Esta diferencia en rango implicó que cualquier contacto entre él y la princesa, que estuviera por fuera de su relación laboral, sería algo tremendamente mal visto de acuerdo a la estricta etiqueta de la época.

La princesa se vio fuertemente atraída por Duckworth, con rumores esparciéndose a lo largo y ancho de Inglaterra diciendo que Luisa estaba incluso enamorada. Los rumores no tardaron en llegar a los oídos de su madre, quien actuó tajantemente. Victoria expulsó del palacio al célebre tutor, creyendo que eso sería el punto final del indeseado romance, pero Luisa no tardaría en demostrarle que su vida amorosa traería muchos más escándalos a la corte. 

La joven princesa tenía piel pálida, pelo oscuro y un cuerpo esvelto que atraía fácilmente la atención y elogios de los hombres, siendo verdaderamente un símbolo de la belleza de la época victoriana. Sin dudas esto hizo que múltiples hombres se interesaran por ella, generando al mismo tiempo todo tipo de rumores sobre la vida amorosa de Luisa. Uno de estos rumores la vinculó a con uno de los futuros secretarios personales del a reina, mientras que otros aseguraron que mantenía una relación con el escultor Edward Lewton. Luisa demostró ser una mujer sumamente liberal respecto al amor y las relaciones interpersonales, aunque siempre prefirió mantener todas sus relaciones como un secreto, probablemente para escudarse de la furia de su madre. La familia real, por su parte, también estaría sumamente interesada en mantener estas relaciones como un profundo secreto para defender su reputación y prestigio.

Princesa Luisa del Reino Unido foto
Fotografía de Luisa del Reino Unido


No pasó mucho tiempo hasta que otro rumor implicó a la princesa con otro hombre vinculado a la vida de sus hermanos, y en particular, la vida de Leopoldo. Esta vez se rumoreó que Luisa tenía un amorío con Walter Stirling, otro de los tutores de su hermano menor. Sin embargo, a diferencia del pasado amor con Duckworth, esta relación causó el pánico en la familia real, cuando se dijo que Luisa no solamente se había enamorado de Sterling, sino que estaba embarazada de este. 

El hecho de que una mujer quedara embarazada sin estar casada era un hecho inconcebible para un miembro de la familia real, que traería vergüenza a sus familiares y destrozaría la reputación de la corona a niveles irreparables, y más tratándose de un miembro de tan alto rango como una de las hijas de la monarca.  Para peor, el causante de estos rumores era ni más ni menos que el doctor personal de la reina, Charles Locock, quien se encargó de atender a Victoria durante los partos de sus nueve hijos. 

En 1867, el hijo de Locock, Federico, adoptó un niño llamado Enrique, lo que sin dudas era una decisión sumamente extraña para un hombre soltero durante aquella época. Al mismo tiempo, se dice que Locock comenzó a obtener una suma de dinero considerable cada mes por parte del palacio de Buckingham, e incluso un apartamento en el palacio de St. James. Años más tarde, cuando Enrique creció, este comenzó a esparcir la noticia de que la princesa Luisa era su madre. 

El rumor logró sobrevivir a pesar del paso del tiempo, llegando hasta tiempos modernos, cuando la familia de Locock solicitó el permiso para realizar un test de ADN extraído del ataúd de Enrique, para compararlo con el de una sobrina de la princesa. La petición fue negada, haciendo imposible conocer de forma certera la verdad del asunto. 

Matrimonio y nuevos rumores


Los múltiples rumores sobre su hija motivaron a la reina Victoria a encontrar una pareja para Luisa, de modo que esta se casase y los rumores se silenciaran. Sin embargo, Luisa no se mostró dispuesta a acceder sin condiciones a las demandas de su madre para casarla, y puso como condición que su esposo no fuera parte de la realeza. De esta forma, la reina comenzó la búsqueda de posibles candidatos para la unión, tal y como lo hizo con todos sus hijos y muchos de sus nietos. 

Victoria pronto le presentó una larga lista de príncipes con los cuales casarse, pero Luisa se mostró firme respecto a su decisión de no casarse con la realeza, y rechazó todas las propuestas. La princesa ya tenía que lidiar con las estrictas reglas de su propia familia, por lo que no quería agregar además mayor presión casándose con miembros de otra familia real.

Mientras que su familia estaba ocupada tratando de convencerla de contraer matrimonio con algún príncipe europeo, Luisa se volvió afín a un hombre llamado John Campbell, marqués de Lorne y heredero al ducado de Argyll, quien no era parte de la realeza, aunque si un noble.  A pesar de ser una buena elección para Luisa, la familia real se negó rotundamente al matrimonio, considerando escandaloso que una princesa se casara con un simple súbdito, aunque eventualmente la reina Victoria accedió a la unión, argumentando que esta traeria "sangre nueva" a la familia, e incluso defendió a su hija contra aquellos miembros de la familia que se mantuvieron en contra de su futuro esposo. 

Vestido de bodas de Luisa del Reino Unido
Vestido de bodas de Luisa del Reino Unido


La pareja se comprometió el 3 de octubre de 1870 durante un viaje al castillo de Balmoral, contrayendo matrimonio el 21 de marzo de 1871 en la capilla de San Jorge en el castillo de Windsor. El hecho de que la princesa se casara con alguien por fuera de la realeza causó mucha curiosidad entre los ingleses, con una gran cantidad de personas reuniéndose a las afueras del castillo. Tantas fueron las personas que asistieron a la boda que las autoridades debieron implementar barreras de cadenas para proteger a la pareja.

Sin embargo, el matrimonio no fue un matrimonio feliz, y Luisa no tardó en desentenderse de su esposo, focalizándose en diversos trabajos de caridad en los que participaba de forma regular desde temprana edad. 

En 1878, el primer ministro británico, Benjamin Disraeli nominó al esposo de la princesa como el gobernador general de Canadá, y la reina rápidamente respondió otorgándole el cargo. Debido al nuevo rol de su marido, la pareja viajó a Canadá, done Luisa causó una muy buena impresión, dedicándose a apoyar diversas instituciones vinculadas a las artes, la educación y los derechos de las mujeres. Sin embargo, Luisa no se mostró muy contenta durante sus primeros años en Canadá, incluso confesando que extrañaba mucho su hogar en el Reino Unido y que Ottawa, la capital canadiense, no era de su agrado. Su tristeza y melancolía por su hogar se vieron incrementados cuando poco tiempo después de llegar a Canadá fue informada de la muerte de su hermana la princesa Alicia, lo que causo una fuerte tristeza en Luisa. 

Luisa fue el primer miembro de la realeza británica en vivir en la Rideau Hall, considerada oficialmente como la residencia real en Ottawa. Para su desgracia, la residencia estaba lejos de ser tan esplendorosa y glamurosa como las residencias reales del Reino Undo, y como consecuencia, Luisa usó sus habilidades artísticas para decorar el lugar, instalando varias de sus esculturas y colgando algunos de sus pinturas a lo largo de todo el edificio. 

John Campbell, Marquess de Lorne
John Campbell, Marqués de Lorne


Su pasaje por Canadá también vivió una dosis de drama, cuando en 1880 sufrió un accidente de trineo. El invierno era particularmente severo, y el carruaje en el que se encontraba la princesa volcó, arrojando al conductor del trineo. Los caballos se asustaron y entraron en pánico, arrastrando el carruaje volcado por casi 400 metros con la princesa aún dentro. Luisa quedó inconsciente cuando se golpeó la cabeza con una barra de metal que sostenía el techo del carruaje. Cuando los caballos se calmaron, la princesa fue llevada a su residencia en Rideau Hall, donde los doctores dijeron que "fue un milagro que no se haya fracturado el cráneo," constatando que la princesa tenía una severa contusión y el lóbulo de una de sus orejas cortado en dos, luego de que uno de sus aretes se enganchara en el carruaje.

Si bien Luisa era una mujer fuerte, el accidente inició un periodo de delicada salud de la princesa, cuando esta se obsesionó con su peso, supuestamente para "no terminar como su madre." Luisa comenzó a realizar mucho ejercicio, al mismo tiempo que mantenía una dieta extraña y baja en calorías. Esto atrajo la atención de muchas personas, quienes se burlaron del estilo de vida de la princesa. Más adelante en su vida, Luisa contestaría a las burlas diciendo "No importa, ¡viviré mas que todos ustedes!"

Su estadía en Canadá llegó a su fin en 1883, cuando tanto ella como su esposo retornaron al Reino Unido. Sin embargo, la princesa continuó estando involucrada en los asuntos canadienses, incluso contratando a un doctor privado en el año 1885, al igual que enviando varios suministros médicos y una larga suma de dinero a Canadá para brindar asistencia durante la Rebelión del Noreste, dejando ordenes claras de ayudar a los heridos de ambos bandos.

La llega de Luisa al Reino Unido no tardó en volver a generar rumores sobre su vida privada, cuando su buena relación con el muy atractivo Enrique de Battenberg, quien era esposo de su hermana Beatriz, fue interpretada como un posible amorío entre ambos. Durante un periodo donde los rumores eran considerados como una forma de entretenimiento, su relación con Enrique no pasó desapercibida. Como muchos otros escándalos rodeando a la familia real, la verdadera naturaleza de la relación entre el esposo de Beatriz y la princesa Luisa nunca pudo ser confirmada.

No resulta extraño entonces que, en medio de rumores que afirmaban que Luisa estaba en una relación secreta con su marido, Beatriz se mostrara enojada con la princesa. Esto terminó por destrozar la relación entre ambas. Según Luisa, Beatriz tomó represalias contra ella, y comenzó a esparcir rumores falsos sobre un posible romance de la princesa con Arthur Bigge, el secretario personal de la reina. Luisa negó cualquier tipo de asociación con Bigge, a su vez esparciendo su propio rumor de que Beatriz había sido la culpable de haber comenzado con rumor original. 

Enrique de Battenberg
Enrique de Battenberg


Luego de la muerte de Enrique en 1896, Luisa declaró que ella era mucho más cercana a Enrique que su propia esposa, llegando incluso a decir que Beatriz no significaba absolutamente nada para su marido. Para colmo, los rumores sobre un posible amorío con Battenberg eran alimentados por el ambivalente matrimonio de Luisa con su esposo, siendo una especie de secreto conocido por todos que Luisa prefería la compañía de otros hombres a la de su propio esposo, y que a su vez, este preferiría la compañía de hombres en vez de mujeres. 

Como la rebelde de la familia, Luisa siempre se mostró bastante abierta de mente, y nunca mostró mucho interés por la supuesta homosexualidad de su esposo, ya que el matrimonio había sido construido principalmente por conveniencia. Mediante el matrimonio, Luisa pudo satisfacer la necesidad de su madre por casarla, al mismo tiempo que mantuvo su libertad para relacionarse con otros hombres libremente. Sin embargo, y a pesar de su poca importancia por la sexualidad de su esposo, si había un aspecto de su marido que le molestaba: sus escapadas nocturnas. Se dice que Luisa trató de evitar esta tendencia por parte de su esposo cerrando las ventanas de su apartamento, incluso llegando a taparlas con ladrillos. 

Luisa del Reino Unido y el feminismo


La princesa mostró su apoyo por los movimientos feministas británicos del siglo XIX de forma bastante activa, apoyando el movimiento sufragista. Esto era algo en lo que su madre estaba completamente en desacuerdo, rechazando absolutamente todas las ideas de este movimiento. Sin embargo, a Luisa no le importó para nada el rechazo de su madre, y mostro de forma bastante pública su apoyo por la causa feminista, dejando en evidencia su lado más rebelde una vez más.

Luisa comenzó a frecuentar diversos ambientes feministas, incluso llegando a volverse amiga de Elizabeth Garrett Anderson, una de las primeras mujeres británicas en practicar la medicina de forma pública. En tanto, su madre consideraba la noción de una mujer médica como algo repugnante, viendo con sumo rechazo la intrusión de las mujeres en profesiones dominadas por los hombres. 

Interesada en asegurarse de que las mujeres fueran tratadas de manera adecuada, y que se las tratara de manera igualitaria que a un hombre, Luisa comenzó a visitar fabricas de manera aleatoria sin previo aviso. Durante sus visitas, la princesa se aseguraba de que los dueños y jefes las trataran de la manera que se merecían.

Como miembro de la familia real, Luisa era dueña de una basta fortuna, la cual utilizó en parte para ayudar a varias mujeres que necesitaban ayuda, en especial a las viudas, cubriendo los gastos de los funerales de sus maridos.

Últimos años y muerte


En el año 1900, el padre de su esposo falleció, y John Campbell se convirtió en el noveno duque de Argyll. Esto implicó que la pareja pasó a tener muchas prominentes residencias a su disposición, incluyendo el castillo de Inveraray, donde ambos vivieron de manera regular. Un año después, en 1901, la madre de Luisa falleció, y fue sucedida en el trono por Eduardo VII. Luisa rápidamente entró en los círculos sociales del nuevo rey, con quien tenía mucho en común. Nueve años más tarde, Eduardo VII fue sucedido por Jorge V.

A pesar de la extraña relación de la princesa con su marido, ambos comenzaron a llevarse muy bien con el paso de los años, considerándose el uno al otro como verdaderos amigos y confidentes, aunque esta buena relación no duraría por muchos años. La salud del duque de Argyll comenzó a deteriorarse y pronto se volvió senil. Luisa demostró su cariño hacia su compañero de vida dedicándose a su cuidado a partir de 1911 hasta su muerte en 1914 en el palacio de Kensington, lo que provocó una fuerte tristeza en la princesa, llegando a escribir a un amigo poco tiempo después: "mi soledad sin el duque es terrible. ¡Me pregunto que estará haciendo ahora!"

Princesa Luisa del Reino Unido ya mayor
Princesa Luisa del Reino Unido ya mayor


Luego de la muerte de su esposo, Luisa se radicó casi que por completo en el palacio de Kensington, haciendo apariciones publicas de manera regular y realizando inspecciones a los soldados canadienses que marchaban a combatir en Francia durante la primera guerra mundial. Sin embargo, su salud comenzó a deteriorarse, y sus apariciones publicas disminuyeron gradualmente. 

Para fortuna de Luisa, su relación con su hermana menor Beatriz comenzó a mejorar, y pronto se reconciliaron, encontrando una en la otra parte del apoyo que necesitaron para sobrellevar la soledad que sobrevino en ellas luego de la muerte de sus seres queridos más cercanos. Ambas vivieron el el palacio de Kensington en cuartos adyacentes, que habían sido dados a ellas por la reina Victoria luego de morir, quizás en un intento de reconciliar a las dos hermanas. 

La princesa sobrevivió hasta los comienzos de la segunda guerra mundial, aunque luego de la llegada al trono de Jorge VI su salud se había deteriorado lo suficiente para dejarla postrada en cama en el palacio de Kensington, que fue conocido como "el palacio de la tía" por la princesa Isabel (luego Isabel II) y la princesa Margarita. 

Luisa falleció en la mañana del 3 de diciembre de 1939 a la edad de 91 años. Recibió un funeral sencillo debido a la guerra, y de acuerdo a sus deseos, sus restos fueron cremados el 8 de diciembre. Las cenizas de la princesa fueron enterradas en la cripta real de la capilla de San Jorge el 12 de diciembre y posteriormente movidas al cementerio real de Frogmore. 

Tumba de la Princesa Luisa del Reino Unido
Tumba de la Princesa Luisa del Reino Unido (centro)




Lecturas recomendadas y fuentes

- Hawksley, L. (2013). The Mystery of Princess Louise: Queen Victoria's Rebellious Daughter. Random House.
- Princess Louise Duchess of Argyll - unofficialroyalty.com (Consultado el 02/11/22)
- Princess Louise of the United Kingdom - wikipedia.org (Consultado el 02/11/22)
- Princess Louise, of the United Kingdom - europeanroyalhistory.wordpress.com (Consultado el 02/11/22)
- Louise Saxe-Coburg - findagrave.com (Consultado el 03/11/22)
 

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