Leopoldo, Duque de Albany (1853 - 1884)

 

El Príncipe Leopoldo, Duque de Albany, fue el último hijo varón de la reina Victoria y su esposo Alberto, pasando a la historia como el primer hemofílico dentro de la familia real inglesa, enfermedad que luego se expandiría por muchas de las casas reales europeas, trayendo grandes consecuencias para el futuro del continente. 

Su delicada condición precipitó a su madre a mantener una continua supervisión sobre su hijo, privándolo de muchos de sus gustos y obligándolo a tener una vida sumamente recluida y diferente a la del resto de sus hermanos, lo que a su vez marcó la personalidad del príncipe, quien trató continuamente de escapar de la sobreprotección de su madre.


Primeros años

Leopoldo Jorge Duncan Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha nació el 7 de abril de 1853 en el palacio de Buckingham, en la ciudad de Londres, Reino Unido. Sus padres fueron la reina Victoria del Reino Unido y su esposo, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, siendo el octavo de los nueve hijos de la pareja y el último hijo varón en nacer. Al ser hijo de la monarca británica, recibió al momento de nacer la tratativa de Su Alteza Real el Príncipe Leopoldo. 

Fue bautizado en la capilla privada del palacio de Buckingham el 28 de junio de 1853 por el Arzobispo de Canterbury, John Bird Sumner. Recibió el nombre de Leopoldo en honor al rey Leopoldo I de Bélgica, quien era tío tanto de Victoria como Alberto, Jorge, en honor a uno de los padrinos del niño, Jorge V de Hanover, Duncan, en honor a Escocia, y Alberto, en honor al esposo de Victoria.

Leopoldo, duque de Albany, de niño. Pintura de Franz Xaver Winterhalter
Leopoldo de niño. Pintura de Franz Xaver Winterhalter

El príncipe Leopoldo hizo su primer contribución a la historia médica el mismo día de su nacimiento, cuando el doctor personal de la reina Victoria llamó al doctor John Snow al palacio de Buckingham, quien se encargó de administrar cloroformo a la reina para aliviar el dolor del nacimiento. El uso de anestésicos durante la labor de parto era una técnica novedosa para la época, que generaba grandes controversias éticas y morales. Muchas personas se oponían a su uso, argumentando que era un error interferir con como la divinidad había diseñado algo tan importante y sagrado como dar vida a una persona, siendo este un proceso en el cual el dolor era una parte natural, vaticinando que el uso de cloroformo traería graves consecuencias para los niños nacidos empleando su uso. 

La reina, sin embargo, quedó encantada con el parto sin dolor de Leopoldo y otorgó a la droga su visto bueno, popularizando enormemente el uso de la misma durante los partos. Snow recibió ese mismo año el titulo de Sir gracias a su participación en el parto, convirtiéndose un año más tarde en una figura central en la medicina al demostrar que el cólera era causado por el consumo de aguas contaminadas con materias fecales, rompiendo paradigmas de la época y refutando la teoría miasmática que explicaba la expansión de varias enfermedades a causa de "malos olores," siendo el precursor de la epidemiología moderna.  

El diagnóstico de hemofilia


De la felicidad de un parto sin dolor, rápidamente se paso a la preocupación. El niño pronto mostraría signos que preocuparon a la familia real, con la madre de Victoria, la Duquesa de Kent, siendo la primera en intuir que podría haber un problema con Leopoldo al notarlo particularmente delicado. Sin embargo, la salud del pequeño no fue motivo de mayor preocupación mas allá de una tendencia inusual a ser enfermizo, pero con el paso de los años las sospechas de que existía algo inusual en el niño se volvieron más recurrentes e imposibles de ignorar. Moretones aparecían en el niño de forma mucho más regular que en sus otros hermanos, y caídas, aparentemente menores, lo postraban en cama por varios días. No fue hasta alrededor de 1858 que las sospechas se volvieron realidad, cuando pasó a ser evidente que el príncipe padecía de hemofilia. Los negativos vaticinios de los religiosos durante su parto parecían haber vuelto para truncar la vida del pequeño.

La hemofilia era una condición aún mayoritariamente desconocida para la medicina de la época, con muy pocos estudios realzados al respecto. Hacia la década del 1850 ya se había notado que esta enfermedad sólo afectaba a niños varones, siendo prácticamente una sentencia de muerte para aquellos que manifestaban sus síntomas. De todos los niños afectados, solamente la mitad llegaban a la edad de ocho años, y tres cuartos de los sobrevivientes morían antes de los veinticinco. Peor aún, no se conocía ningún tipo de tratamiento, salvo el de someter a los enfermos a una estricta supervisión, manteniéndolos bajo cuidado continuo.
 
Leopoldo, duque de Albany, con la princesa Luisa y el Principe Arturo
Leopoldo con la princesa Luisa y el Principe Arturo

Sin embargo, la enfermedad guardaba un problema mayor para la familia real: su transmisión era hereditaria. Los doctores de la época ya tenían observaciones suficientes para conocer esta cualidad de la enfermedad, incluso llegándose a recomendar que todas las hermanas de una hombre que mostrara síntomas de hemofilia debían evitar casarse, ya que se había observado que las mujeres de una familia afectada por la hemofilia podían pasar la enfermedad a sus hijos, incluso cuando no se observara ningún tipo de síntoma en ellas. 

Por su puesto, en el contexto de una familia real del siglo XIX, este consejo hubiera sido explosivo. Es muy probable que la naturaleza hereditaria de la hemofilia nunca fuese revelada a los padres de Leopoldo a juzgar por la actitud de Victoria, quien nunca se mostró consciente de que la aparición de hemofilia en el pequeño príncipe podría implicar graves consecuencias para su familia, y para el resto de las familias reales europeas.

Esto puede evidenciarse en lo dicho por Victoria a su hija mayor, la Princesa Victoria (quien se convertiría en la Emperatriz de Alemania en 1888 por su casamiento con Federico III de Prusia) cuando se dio el nacimiento de su nieto el Príncipe Federico de Hesse-Darmstadt en 1870, la segunda persona en sufrir de hemofilia en su familia: 

"Esta peculiaridad del pobre Fritz [apodo de Federico], como la de Leopoldo, es una cosa tan rara y no propia de nuestra familia, es sumamente extraño."

La realidad es que Victoria no estaba tan equivocada al decir que la hemofilia no era algo propio de su familia. Hoy en día se comprende el mecanismo por el cual se transmite esta enfermedad en generación en generación, sabiéndose que se debe a una mutación en los cromosomas X que afectan la correcta generación de factores de coagulación, los que se encargan a su vez de detener el sangrado cuando sufrimos una herida. Los hombres poseen un cromosoma X, heredado necesariamente de su madre, y un cromosoma Y, heredado necesariamente de su padre, ya que solo los hombres son portadores del gen Y. Las mujeres, en cambio, poseen dos cromosomas X, heredados uno de su madre, y otro de su padre.  

Esto explica la observación de los médicos de los años 1850 que afirmaban que la enfermedad solo afecta a los hombres. Las mujeres, al poseer dos cromosomas X, pueden "corregir" el error del cromosoma X mutado que hayan heredado del padre o madre portador o enfermo con la enfermedad con la información genética contenida en el cromosoma X heredado de su progenitor sano, evitando así sufrir enfermedad, aunque si serán portadoras de un gen mutado que pueden más adelante heredar a sus hijos. 

En cambio, los hombres, al poseer solamente un cromosoma X, no tienen esta posibilidad de "corregir" el error, pues no poseen otro cromosoma X sano, y por ende, si heredan un cromosoma X mutado, serán afectados por la enfermedad. Si bien la suposición de que solo los hombres pueden sufrir de hemofilia es bastante acertada, no es del todo correcta, pues siguiendo la lógica anterior, si un hombre hemofílico tiene un hijo con una mujer portadora de un gen X mutado, sus hijas heredarán necesariamente el gen X del hombre (si heredan el Y serían hombres y no mujeres) y tienen una probabilidad del 50% de heredar el gen X mutado de su madre, permitiendo que la enfermedad las afecte. 

Esquema sobre la transmisión de la hemofilia y otras enfermedades con mutaciones en el gen X
Esquema explicativo sobre la transmisión del a hemofilia


En base a esto, se puede acudir a la historia de la familia de Victoria para buscar posibles explicaciones a la aparición de hemofilia en Leopoldo. De acuerdo a lo visto anteriormente, todas las hijas de un hombre hemofílico serán portadoras de la enfermedad, aunque no se verán afectadas por la misma. El padre de Victoria, el Príncipe Eduardo, Duque de Kent, no era hemofílico, por lo que la enfermedad no pudo llegar a Leopoldo por ese camino. Por otro lado, es posible que la madre de Victoria, la Duquesa de Kent, haya sido portadora de la enfermedad sin saberlo tras adquirir el gen mutado de alguno de sus antepasados, y que esta a su vez haya heredado el gen a Victoria, quien por su parte se lo heredó a Leopoldo.

Sin embargo, no existen antepasados hombres conocidos de Victoria por parte de su madre que hayan presentado jamás hemofilia, por lo que la probabilidad de que ésta sea la razón de como la enfermedad llegó a Leopoldo es muy baja. La tercer forma de aparición de la hemofilia, y actual teoría más aceptada de como Leopoldo enfermó con esta enfermedad, es la aparición de la mutación de forma aleatoria y espontánea en su madre. Esto actualmente ocurre en alrededor de un cuarto de todos los casos modernos de hemofilia, probando que la enfermedad realmente era algo "no propio" de la familia de Victoria, sino que propio de ella misma, siendo la reina la primer portadora del gen en su familia.  

Actualmente se cree que Victoria pasó la hemofilia, además de a Leopoldo, a por lo menos dos de sus hijas: a la Princesa Alicia y a la Princesa Beatriz. Los descendientes de Beatriz se casaron con miembros de la familia real española, permitiendo que la enfermedad alcanzara al heredero al trono Español, Alfonso de Borbón, quien murió a causa de la enfermedad en un accidente automovilístico en 1938 luego de la abolición de la monarquía en su país en 1931, al igual que el Infante Gonzalo, quien también heredó la enfermedad y murió a causa de un accidente automovilístico en 1934.  Por su parte, Alicia se casó con Luis IV, Gran Duque de Hesse y pasó la enfermedad a su hijo Federico de Hesse-Darmstadt (quien muró a los dos años de edad) y a Alix, quien se convirtió en la emperatriz rusa por su casamiento con Nicolas II en 1894. La pareja produjo varios hijos, destacando su hijo Alexis, nacido en 1904, quien hubiera sido el futuro zar de Rusia si la revolución comunista no hubiera ocurrido. Alexis también heredó la enfermedad y recibiría luego tratamiento para sus sangrados de manos del misterioso Rasputín, lo que en parte, contribuyó al triste final de la familia imperial rusa. 

La vida de Leopoldo con hemofilia


La detección de la delicada enfermedad de Leopoldo determinó por completo como sería la vida del joven príncipe, preocupando profundamente no solo a la reina Victoria, sino que a toda la familia real. Varios miembros de la familia creyeron que era prácticamente imposible que Leopoldo llegara a la edad adulta, no teniendo mucha fe en las posibilidades del joven príncipe. Sin embargo, la hemofilia no sería el único gran problema para Leopoldo, cuyos medicos pronto comenzaron a sospechar que estaba enfermo con otra afección adicional; epilepsia. Poseer esta enfermedad en el siglo XIX era considerado como un claro signo de que su portador estaba maldito o hechizado, preocupando aún más a su familia y generando infinidad de rumores en torno a su persona.

La familia real no logró ajustarse a la disposición frágil de Leopoldo de una manera adecuada, y pronto su madre tomó el control total de su vida y de todas las decisiones que involucraban al príncipe. La reina Victoria fue muy sobreprotectora, manteniendo a Leopoldo de forma continua encerrado en su habitación y bajo la supervisión de un numeroso equipo de medicos. Éstos tenían como objetivo encargarse de ejercer un control continuo sobre cada movimiento del príncipe, por miedo de que algo malo le ocurriese. 

Por desgracia del príncipe, el 14 de diciembre de 1861, cuando Leopoldo tenía apenas ocho años de edad, su padre, el Príncipe Alberto, falleció. La muerte de Alberto sumió a la reina Victoria en un estado de desolación y luto total, lo que la volvió aún más controladora con el pequeño Leopoldo. Como consecuencia, el príncipe se vio forzado a tener una infancia sumamente solitaria en la que incluso se le llegaría a prohibir jugar con sus hermanos o con cualquier otro niño.

Como un miembro hombre de la monarquía británica era tradición para los príncipes tener algún tipo de formación militar, algo que Leopoldo honestamente deseaba ya que mostraba un interés verdadero en todas las cuestiones militares. Sin embargo, su madre le prohibió realizar cualquier tipo de servicio militar, a excepción de un rol honorario vinculado al 72vo Regimiento de Montañeses del Duque de Albany, que era exclusivamente simbólico. 

Educación académica del Príncipe Leopoldo, Duque de Albany
Leopoldo y su educación académica

Debido a que cualquier actividad física le fue prohibida, Leopoldo se focalizó en actividades intelectuales como el arte y la literatura, una cualidad que heredó de su padre Alberto, con quien compartió muchos de sus gustos. Leopoldo recibió los mejores tutores que estaban disponibles para la familia real, como el filósofo James Martineau y el poeta laureado Alfred Tennyson, quien pronto consideró a Leopoldo como un joven de mente muy reflexiva, metas elevadas y gran inteligencia.  

En 1872, a los 19 años de edad, Leopoldo logró convencer a su madre para que le permitiese acudir a la universidad de Oxford. Esto le dio libertad por primera vez en su vida, pudiendo acudir a las clases y disfrutar de la compañía de otros alumnos. Sin embargo, Leopoldo no se libraría de las restricciones de Victoria. La reina le impuso diversas condiciones respecto a como debía de comportarse y actuar durante toda su estadía en la universidad, muchas veces tratando de mantenerlo alejado de la vida social universitaria en busca de no solo protegerlo de la hemofilia, sino que también de cualquier posible tentación que pudiese ser considerada como indigna.  

De todas formas, Leopoldo logró formar una muy buena relación con varios de sus compañeros de clase, disfrutando plenamente su estadía en Oxford e incluso viendo con gran molestia cada una de las ocasiones en que su madre lo obligaba a volver a casa. Fue elegido como el presidente del club de ajedrez de la universidad, juego que lo apasionó durante toda su vida, y llegó también a hacerse amigo de varias personalidades. Entre sus amigos y colegas destacaron el autor ingles Lewis Carroll, escritor de "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas," Oscar Wilde y John Ruskin. 

Leopoldo conoció también a las hermanas Liddell durante su pasaje por la universidad, las cuales eran hijas del decano de Oxford. Una de las hermanas, Alicia, sirvió de inspiración para Carroll y su famoso libro, diciéndose que Leopoldo podría haberse vuelto muy cercano a ella y que incluso pudieron haber tenido un interés romántico. Sin embargo, existe poca evidencia que respalde esta teoría, aunque si es cierto que Leopoldo fue el padrino del segundo hijo de Alicia Liddell, quien fue nombrado como Leopoldo en honor al príncipe. En 1876 fue también uno de los portadores del féretro de la hermana de Alicia, Edith, quien algunas fuentes nombran como su verdadero amor universitario en vez de Alicia debido a su más cercana edad.

Durante su pasaje por la universitad, Leopoldo fue iniciado en la masonería por su hermano Alberto Eduardo, Príncipe de Gales, quien por ese momento era el Venerable Maestro de la Apollo University Lodge N° 357. Leopoldo fue un miembro muy activo de la masonería inglesa a partir de ese momento, alcanzando altos rangos y responsabilidades.  Durante 1876 a 1877, se desempeñó como el Maestro de aquella logia, y fue luego nombrado como el Gran Maestro Provincial de Oxfordshire, posición que mantuvo hasta su muerte. 

Príncipe Leopoldo duque de Albany y la masonería
Leopoldo vistiendo el uniforme de la masonería


En 1876 Leopoldo abandonó la universidad tras obtener un titulo honorífico en derecho, volviendo a su antigua vida de reclusión, logrando un puesto como presidente de la Real Sociedad de Literatura y vicepresidente de la Real Sociedad de Artes. Alrededor de esta época, fue nombrado también como el secretario privado de su madre, permitiéndole entrar en contacto con varios asuntos del estado. En cambio, su hermano el Príncipe de Gales y futuro rey no tendría permitido realizar funciones de gobierno hasta mucho más adelante en su vida. Sin embargo, es muy probable que este honorable nombramiento tuviera como verdadero objetivo mantener al príncipe cerca de Victoria para que ésta pudiese ejercer un mayor control sobre su vida, cosa que molestó a Leopoldo enormemente, quién quería alejarse lo más posible del asfixiante control de la reina. 

A pesar de las limitaciones por su enfermedad, el príncipe logró obtener el permiso de su madre para viajar alrededor de Europa y el mundo. En 1880 viajó a Canadá y a los Estados Unidos en compañía de su hermana, la princesa Luisa, cuyo esposo, John Campbell, Marqués de Lorne, había sido nombrado como gobernador general de Canadá. Poco después, en su afán por escapar del control de su madre, pero motivado por servir a su país, trató de obtener una posición como virrey en Canadá o en la colonia de Victoria en Australia, pero la reina se negó, sumiendo al príncipe en una gran depresión. 

En 1881 su madre le otorgó el título de Duque de Albany, Conde de Clarence y Barón Arklow, además de ser admitido en la milicia como Comandante en Jefe de los Montañeses de Seaforth, aunque su rol se limitó a ser un mero espectador. Se le prohibió participar de cualquier tipo de actividad militar, como misiones, desfiles o maniobras militares, por miedo a que pusieran en peligro la delicada vida del príncipe. 


Príncipe Leopoldo, Duque de Albany en uniforme militar
Príncipe Leopoldo, Duque de Albany en uniforme militar

Pretendientes y casamiento con Elena de Waldeck y Prymont

Los controles impuestos sobre su vida por parte de la reina llegaron a tal punto donde Leopoldo no vio otra posible forma de liberarse de su madre que recurrir a casarse, comenzando de esta forma su búsqueda de potenciales esposas alrededor de Europa. Normalmente, como un príncipe del Reino Unido, Leopoldo no debería de haber tenido mayores dificultades a la hora de encontrar una pareja. Esto no podría haber estado más alejado de la realidad. Debido a su enfermedad, que ya no era un secreto, sino algo conocido por todos, la búsqueda no fue para nada fácil. 

Una de sus primeras candidatas fue su prima segunda, la princesa Federica de Hanover. La unión, sin embargo, no prosperó aunque si se volvieron muy buenos amigos, siendo la princesa una de sus principales confidentes durante el resto de su vida. Otras candidatas fueron Daisy Maynard, quien luego se convertiría en una de las amantes del hermano mayor del príncipe, la princesa Isabel de Hesse-Kassel, la princesa Matilde de Schleswig-Holstein-Sounderburg-Augustenburg, la princesa Estefanía de Bélgica (quien se casaría luego con el heredero al trono austrohúngaro, el príncipe Rodolfo de Habsburgo) y la princesa Victoria de Badén. Todas rechazaron al príncipe.

Ante la falta de posibles candidatas para su hijo, la reina Victoria intercedió una vez más en la vida de Leopoldo. La reina sugirió a la princesa Elena de Waldeck y Pyrmont como su posible esposa. La princesa tenía una mala reputación en Inglaterra por ser fría y distante, pero la realidad era completamente opuesta, siendo una mujer atractiva y con un gran gusto por rodearse de personas, siendo perfecta para Leopoldo.

Elena era inusualmente inteligente y educada en comparación con otras mujeres de la época, lo que le permitió estar en un nivel intelectual similar al del príncipe, teniendo un gusto especial por las matemáticas y la filosofía. La inteligencia de Elena dejó impresionado a Leopoldo, a tal punto que la presentó ante su circulo académico de Oxford. Elena no tuvo problemas para impresionar también a los amigos del príncipe, pasando rápidamente a formar parte de su circulo. La pareja finalmente se comprometió el 17 de Noviembre de 1881, con Leopoldo escribiendo a su cuñado, el Gran Duque de Hesse: 

"Nos hemos comprometido esta tarde... Oh, mi querido cuñado, ¡estoy tan feliz! Tu, que ya conoces esta felicidad, estarás contento por mi, ¿no es así?... Tu sólo conoces a Elena un poco, pero cuando realmente la conozcas, entenderás por qué estoy loco de felicidad el día de hoy."

Casamiento del príncipe Leopoldo y Elena
Casamiento de Leopoldo y Elena

El 27 de abril de 1882, Leopoldo, de 29 años de edad, y Elena, de 21, contrajeron matrimonio en la Capilla de San Jorge en el castillo de Windsor con una extravagante ceremonia. Sin embargo, la misma no transcurrió de acuerdo a lo que el príncipe tenía en mente: nervioso por la presión que ser el centro de atención le daba, además de por la gran cantidad de personas que asistieron a la boda, tartamudeó durante toda la ceremonia, habiendo ocasiones en las que ni siquiera se lo pudo escuchar de forma clara. 

El matrimonio fue un completo éxito, con la pareja complementándose entre si de manera perfecta, siendo guiados por el amor verdadero en vez de ser uno de los tantos matrimonios por conveniencia que existían entre las familias reales de Europa. Todo parecía indicar que por fin Leopoldo había logrado la independencia de su madre.

Tan solo un año después de la boda, en 1883, la pareja tuvo su primer hija: la princesa Alicia, quien muchos dicen llevó ese nombre en honor a Alicia Liddell. Debido a la forma en que la hemofilia se transmite de generación en generación, un padre hemofílico siempre hereda la enfermedad a sus hijas mujeres. Esto significó que Alicia se convirtió en portadora de hemofilia, aunque no sufrió sus síntomas al ser mujer. Sin embargo, el hijo de ésta, el príncipe Ruperto de Teck, si sufriría las consecuencias de la enfermedad, muriendo en un accidente automovilístico en 1928 a causa de una hemorragia intracerebral.

En 1884 Elena volvió a quedar embarazada y la pareja comenzó preparativos para disfrutar de su familia, deseando una vida tranquila criando a sus hijos y disfrutando de su compañía en todo momento.

Muerte

La enfermedad de Leopoldo tenía otros planes para él. Mientras su esposa estaba aún embarazada, la salud del príncipe comenzó a empeorar abruptamente. Leopoldo comenzó a quejarse rutinariamente de dolores articulares muy fuertes, un síntoma muy común de la hemofilia, los cuales empeoraban a causa del clima frio y ventoso del invierno en el Reino Unido. Por lo tanto, sus médicos le indicaron viajar a un lugar con climas más templados. 

A pedido de su esposa, Leopoldo viajó a Cannes, Francia, dejando a Elena y a su hija Alicia en el Reino Unido por miedo de que el viaje afectara de alguna forma al embarazo. Una vez en tierras francesas, tomó residencia en una estancia denominada como "Villa Nevada" y el 27 de marzo de 1884, se tropezó mientras subía las escaleras de la residencia, lastimándose la rodilla y golpeándose la cabeza. 

En condiciones normales esto sería un inconveniente menor. En cambio, debido a su hemofilia, el accidente tuvo consecuencias catastróficas que condujeron a la muerte del príncipe de 30 años de edad el 28 de marzo de 1884, probablemente a causa de una hemorragia cerebral. Leopoldo se convirtió de esta manera en el segundo de los hijos de la reina Victoria en morir, seis años después de la princesa Alicia. Su madre escribiría en su diario personal aquel día;

"Otro golpe terrible ha caído sobre mí y sobre todos nosotros hoy. Mi amado Leopoldo, ese hijo brillante e inteligente, que tantas veces se había recuperado de tan terrible enfermedad y de varios pequeños accidentes, ¡nos ha sido arrebatado! Perder a otro querido hijo, lejos de mí, y que fue tan talentoso, y de tanta ayuda para mí, ¡es demasiado terrible!"

El príncipe Leopoldo fue enterrado en la Albert Memorial Chapel en el castillo de Windsor, donde se encuentra actualmente. 

Tumba del Príncipe Leopoldo, Duque de Albany
Tumba de Leopoldo, Duque de Albany, detrás de la tumba del Príncipe Alberto Victor de Clarence y Avondale.

Cuatro meses luego de la muerte de Leopoldo, Elena dio a luz al príncipe Carlos Eduardo en Claremont House, Reino Unido. Como heredero hombre de Leopoldo, el niño fue reconocido como Su Alteza Real, el Duque de Albany desde el momento de su nacimiento. Los padres hemofílicos no pueden heredar la enfermedad a sus hijos varones, por lo que el joven príncipe se vio libre de los problemas que persiguieron a su padre durante toda su vida. Si heredó el ducado de Sajonia-Coburgo-Gotha a la edad de 16 años, luego de la muerte de su tío el Príncipe Alfredo, uno de los hermanos de Leopoldo, lo que le permitió avanzar en rango dentro de la Armada Imperial Alemana. Con el colapso de Alemania en 1918 a causa de la primera guerra mundial, debió abdicar a su ducado, dando luego su apoyo a la Alemania Nazi, decisión que lo forzó a morir recluido y sumido en la pobreza, sin poder establecer contacto con sus familiares británicos. 



Lecturas recomendadas y fuentes

- Zeepvat, C. (1998). Prince Leopold: the untold story of Queen Victoria's youngest son. Sutton Pub Limited.
- Stevens, R. (1999). The history of haemophilia in the royal families of Europe. British journal of haematology105(1), 25-32.
Prince Leopold Duke of Albany Biography - Victorian-era.org (Consultado el 29/10/22)
Leopold, Duke of Albany - englishmonarchs.co.uk (Consultado el 29/10/22)
Prince Leopold, Duke of Albany - unoffcialroyalty.com (Consultado el 29/10/22)
Leopold Saxe-Coburg - findagrave.com (Consultado el 30/10/22)


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