James Cass Mason (1831 - 1865): Desastre del SS Sultana

En abril de 1865, James Cass Mason fue el encargado de capitanear el viaje del SS Sultana, un pequeño barco a vapor que tenía como misión llevar a su hogar a más de 2.000 soldados estadounidenses. Pocos imaginaron que el viaje que los iba a llevar a casa terminaría convirtiéndose en el peor accidente marítimo en la historia de los Estados Unidos, donde más personas perderían la vida que en tristemente célebre Titanic casi 50 años después. 

La cercanía del accidente a otros grandes eventos como el fin de la guerra civil y el asesinato de Abraham Lincoln relegó al evento en los diarios, pasando mayoritariamente desapercibido, siendo olvidado por la historia.



Vida temprana y su trabajo en el Rowena

James Cass Mason nació alrededor del año 1831 en la ciudad de Lynchburg, en el estado de Virginia, Estados Unidos. A una muy temprana edad Mason fue llevado por sus padres a vivir al estado de Misuri a orillas del rio Misisipi, donde tuvo una niñez y adolescencia relativamente tranquila de la que hoy en día no se sabe mucho. Su vinculo con los barcos comenzó también en el río Misisipi, cuando obtuvo un empleo como ayudante en un barco a vapor que le permitió generar suficiente dinero para años más tarde adquirir una serie de pequeños barcos, los cuales capitaneó a lo largo del rio. 

El 27 de noviembre de 1860 contrajo matrimonio con Rowena Mary Dozier, la segunda hija de un exitoso granjero, comerciante y magnate de los barcos llamado James Dozier, que en esta época tenía ya en su poder una pequeña fortuna producto de sus varios negocios, además de ser ampliamente conocido y respetado a lo largo de todo el Misisipi. Como parte de sus operaciones comerciales, Dozier ordenó, en 1858, la construcción de un barco a vapor llamado "Rowena" en honor a su hija, cuyo capitán fue el propio hijo de Dozier: Frank Dozier.

James Cass Mason fue empleado en el Rowena por la familia Dozier en virtud a su matrimonio con su esposa, en el cual trabajó hasta el 11 de octubre de 1861 cuando compró el barco a su cuñado, transformándose en el capitán del mismo. Como dueño del Rowena, Mason utilizó al barco para diversas actividades comerciales a lo largo del Misisipi, principalmente navegando entre la ciudad de Memphis (estado de Tennessee) y San Luis (estado de Misuri), siendo en junio de 1862 la primera vez que el barco formalmente zarpó las aguas del rio bajo el comando de Mason.

James Dozier
James Dozier, suegro de Mason

El nombre del capitán Mason se vería envuelto por la controversia por primera vez en los primeros días de febrero de 1863, en plena guerra civil estadounidense. El Rowena fue detenido en Tennessee en busca de material de contrabando por el barco New Era de las fuerzas de la unión. La inspección era meramente de rutina, y no se había detenido al barco comandado por Mason bajo ningún tipo de sospecha. Sin embargo, la tripulación del New Era pronto descubrió que un tripulante del Rowena estaba ocultando poco más de 5 kilos y medio de quinina destinada para las tropas confederadas. 

La quinina, un medicamento contra la malaria, se había vuelto un factor clave durante la guerra civil estadounidense, siendo esta especialmente necesitada y buscada por el bando confederado, que estaba sufriendo una gran cantidad de bajas a causa de la enfermedad, incluso teniendo que recurrir a medicamentos alternativos y poco fiables. El valor de la droga se volvió tan exorbitantemente alto que el contrabando de la misma llegó a tener un peso comparable con el que hoy en día tienen otras drogas de abuso, siendo contrabandeada dentro de muebles, muñecas, ropa e incluso dentro de personas hacia los estados sublevados. 

Ante tal descubrimiento, la tripulación del New Era se apoderó del barco de Mason y lo llevó a la ciudad de Memphis, donde se descargó todo el cargamento del barco para su detallada inspección en búsqueda de más quinina. La inspección no encontró quinina adicional, pero si alrededor de 2.000 pares de pantalones grises utilizados como parte del uniforme de combate de las tropas confederadas, además de una pequeña cantidad de revólveres. El Rowena y sus oficiales habían sido indudablemente atrapados en una operación de contrabando para apoyar a los estados confederados. 

Tanto el capitán Mason como el resto de sus oficiales fueron encarcelados, y el Rowena fue incautado por el gobierno, pasando a funcionar bajo la supervisión de la unión para llevar diferentes suministros a las tropas del general Ulysses S. Grant en el Misisipi, hasta que la embarcación se hundió el día 18 de abril de 1863. Mason fue eventualmente liberado, pero su relación con James Dozier se vio muy perjudicada a raíz de la perdida del Rowena y sus aparentes vínculos con los confederados, pesar de que es bien sabido que Dozier era simpatizante de las fuerzas confederadas e incluso tenía bajo su propiedad a varios esclavos.

A cargo del Belle Memphis

A pesar de haber perdido su barco, Mason se mostró sumamente resiliente. Apenas unas semanas después de ser liberado, el 30 de marzo de 1863, asumió la capitanía de otro barco a vapor: el Belle Memphis. Por alrededor de un año, Mason se dedicó al comercio con su nuevo barco, haciendo viajes entre la ciudad de San Luis y varios poblados y ciudades rio abajo del Misisipi, llegando incluso hasta la ciudad de Nueva Orleans luego de la caída de Vicksburg y Port Hudson en manos de la unión en julio de 1863, lo que significó el dominio definitivo del río por parte de la unión.

Sin embargo, su tiempo a cargo del Belle Memphis no solo fue una cuestión de comercio, sino que también tuvo su dósis de acción. Mason, que ya tenía una reputación como un capitán irresponsable y temerario por sus acciones a cargo del Rowena, siempre se mostró dispuesto a navegar su barco a máxima velocidad y a participar de varias carreras con otras embarcaciones, muchas veces llevando a su embarcación al límite de sus capacidades. 

Una de las varias carreras en las que participó fue la ocurrida el 9 de mayo de 1863, cuando Mason compitió contra los barcos City of Alton y Sultana, partiendo desde la ciudad de Memphis y llegando a la río arriba a la ciudad de Cairo en el estado de Illinois. Mason demostró sus habilidades como capitán ganando la carrera con más de cincuenta minutos de ventaja sobre sus dos rivales. 

James Cass Mason
James Cass Mason

A pesar de haber ganado cómodamente, Mason quedó sumamente sorprendido por el desempeño del Sultana, tanto que cuando este barco entró al mercado en marzo de 1864, Mason fue uno de sus compradores, haciéndose dueño de un cuarto del barco luego de abandonar formalmente su posición en el Belle Memphis en febrero de ese mismo año.

El Sultana era un barco relativamente moderno, dedicado principalmente al transporte de algodón, con una capacidad de 1.000 toneladas de carga. Además, ocasionalmente funcionaba también como transporte de pasajeros, pudiendo alojar a 375 personas en calidad de pasajeros junto a otras 85 como tripulantes. El barco estaba a la vanguardia en materia de seguridad, equipado con medidores de presión, tres bombas contra incendio, un bote salvavidas de acero, varias mangueras y alrededor de 30 baldes. 

La antesala al desastre del SS Sultana

James Cass Mason capitaneó el Sultana por primera vez el 9 de marzo de 1864. La felicidad no le duraría mucho. Una de las principales razones por las que Mason había invertido en el Sultana era debido a que con la apertura total del rio Misisipi, al ser ahora controlado en su totalidad por la unión, la mayoría de los marineros del rio esperaban obtener grandes ganancias realizando viajes desde San Luis a Nueva Orleans. En cambio, la apertura del río atraería a demasiados marineros, y pronto la oferta superaría a la demanda demanda, ocasionando que las ganancias de Mason se desplomaran. 

Las malas decisiones económicas pronto se combinaron con una racha de mala suerte, en la que el Sultana se vio envuelto en una serie de desgracias y accidentes que ocasionaron que se le debieran realizar múltiples costosas reparaciones. Mason quedó como consecuencia muy próximo a la bancarrota, debiendo vender incluso parte de su propiedad del barco. 

Para su fortuna, el destino tenía reservado para él una excelente oportunidad para mejorar sus finanzas. El 15 de abril de 1865, apenas unos pocos días después del fin formal de la guerra civil, Mason y el Sultana se encontraban el la ciudad de Cairo. Allí recibió un telegrama informándole sobre el asesinato del presidente Abraham Lincoln en Washington. Sabiendo de primera mano que las líneas de telégrafo con los estados del sur habían sido destruidas a causa de la guerra, Mason se cargó con cientos de diarios con la fatídica noticia, y emprendió viaje hacia Nueva Orleans a toda velocidad, con la esperanza de que ser el primero en traer la notica de la muerte del presidente a la ciudad le daría fama y reconocimiento, que podría luego usar de alguna forma para mejorar su condición económica. 

Durante el viaje, Mason realizó una parada en la ciudad de Vicksburg en el estado de Misisipi. Allí fue contactado por el coronel Rubén Benton Hatch, quien sabiendo la precaria condición económica de Mason, decidió hacerle una tentadora oferta al capitán. Alrededor de 5.000 soldados de la unión, que habían sido capturados y aprisionados por los confederados en Andersonville (estado de Georgia) y Cahaba (Albama), estaban siendo liberados y necesitaban transporte para volver a sus hogares en los estados del norte. El gobierno de los Estados Unidos, para hacer el transporte posible, ofrecía un estipendio por cada soldado que un barco a vapor llevara rio arriba. Rubén Benton Hatch le aseguró a Mason que "reservaría" a por lo menos 1.000 soldados (que equivalían a U$S 2.500 de la época, aprox. U$S 40.000 de 2022)  para que fueran transportados por el Sultana, a cambio de una porción de las ganancias. 

SS Sultana
El SS Sultana

Tanto Mason como Hatch sabían perfectamente que la capacidad del Sultana era de apenas 375 pasajeros y 85 tripulantes, pero ambos prefirieron ignoraron los límites legales, y el capitán aceptó la tentadora propuesta, continuando su viaje hacia Nueva Orleans expectante por su vuelta Vicksburg y la gran suma de dinero que allí le estaría esperando. 

El 23 de Abril de 1865, tras llegar a Nueva Orleans y emprender su viaje de vuelta, el Sultana arribó nuevamente a Vicksburg. El barco no llegó en las mejores condiciones. El Sultana sufría de una fuga en una de sus calderas, necesitando reparaciones urgentes. De realizarse las reparaciones de forma correcta, la caldera debía ser reemplazada por completo, pero esto implicaría demorar el viaje por algunos días, cosa a lo que Mason se negó rotundamente por miedo a que otro barco pasara y se llevara a sus preciados soldados (y el dinero que ellos representaban).

Mason ordenó que la caldera rota debía ser reparada rápidamente de forma temporal, colocando un parche de acero sobre la rotura que estaba ocasionando la fuga. Algunas fuentes indicaron incluso que la reparación fue llevada a cabo de forma tan apresurada e improvisada que dicho parche era mantenido en su lugar por un simple alambre. Para peor, mientras las reparaciones se estaban llevando a cabo, los soldados comenzaron a llegar al Sultana. Pronto las 1.000 personas prometidas por Hatch habían arribado y tomado sus lugares en el barco, pero más y más soldados continuaban llegando:  Hatch, temiendo que sus colegas tuvieran su misma idea y comenzaran a hacer tratos similares al que él hizo con el Sultana, había ordenado que absolutamente todos los soldados que quedaban en Vicksburg fueran trasladados a bordo del Sultana

Mason, al ver la cantidad exorbitante de soldados que estaban subiendo a su barco, se opuso inmediatamente a lo que estaba ocurriendo, a pesar de que eso significase sacrificar parte de sus ganancias. Sus quejas fueron en vano. Los soldados ya estaban allí y ya se les había prometido ser llevados a su hogar. Ninguno aceptaría quedarse atrás. Finalmente, a las 9 de la noche del 24 de abril de 1865, el Sultana partió de Vicksburg con destino a Cairo, con un total de alrededor de 2.150 personas a bordo, una cifra casi cinco veces mayor a su limite legal. 1.960 eran soldados, 22 guardias de seguridad, 85 miembros de la tripulación y 70 pasajeros regulares que habían pagado por viajar a bordo del Sultana

Mapa del Misisipi
Mapa del Misisipi con las ciudades relevantes para el SS Sultana marcadas

El desastre del SS Sultana

El claramente sobrecargado Sultana comenzó su lenta travesía rio arriba, enfrentando a las aguas del Misisipi, que para sumar problemas al ya dificultado barco, estaban crecidas a causa de las inundaciones que afectaban al área. La crecida en el rio implicó que se generaran corrientes más fuertes de lo normal, resistiendo el avance del barco y forzando a las calderas a trabajar bajo mayor presión de lo que sería esperable para poder cumplir con la fecha de llegada del barco a destino. 

Los antiguos prisioneros, debilitados por la enfermedad y la desnutrición, sumado a las terribles condiciones a las que habían sido sometidos durante su cautividad, viajaron hacinados, intentando acomodarse en cualquier espacio que hubiera libre en el barco para estar lo más cómodos posibles. No obstante, el buen ánimo reinó en todo momento en el barco. Al fin y al cabo, en pocos días estarían nuevamente en su casa y con sus familias luego de una larga y sangrienta guerra. Mason, en cambio, estaba preocupado y pronto ordenaría que nadie en el barco se moviera por miedo a que este volcara a causa de algún cambio repentino en la distribución de los pesos alrededor del Sultana.  

Tan preocupante como que el barco volcara era la condición de las propias calderas que impulsaban a la embarcación. Todas las calderas del Sultana estaban interconectadas entre sí, permitiendo que el agua circulara libremente entre ellas. Un cambio en la distribución de pesos del barco podría causar que se tambaleara y que el agua dentro de las calderas se moviera, dejando a alguna con muy poca agua, mientras que a otra con un exceso del líquido. Si una caldera se quedaba sin agua, aún estaría expuesta al fuego que las calentaba para generar el vapor que impulsaba al barco, y si esto ocurría, el metal de la caldera se sobrecalentaría hasta quedar al rojo vivo. Al volver luego el agua a la caldera sobrecalentada, se podría generar una cantidad muy grande de vapor de forma brusca, aumentando la presión dentro de la caldera por sobre sus limites y provocando que explotase. 

El Sultana luchó contra el Misisipi por dos largos días hasta llegar a la ciudad de Helena, en el estado de Arkansas, el 26 de abril de 1865. Allí el fotógrafo Thomas W. Bankes, intrigado por la apariencia del abarrotado barco, tomó una fotografía del Sultana. Esta sería la última imagen del barco. 

SS Sultana - Foto de Thomas W. Bankes, 1865
SS Sultana - Foto de Thomas W. Bankes, 1865

Alrededor de la 1:00 a.m. el Sultana volvió a emprender su camino rio arriba en medio de la tranquilidad de la noche, con las más de 2.000 personas a bordo sin sospechar que en menos de una hora el caos tomaría al barco por completo. Al rededor de las 2:00 a.m. del 27 de abril de 1865, el Sultana tomó una curva siguiendo el trazado del río, inclinándose peligrosamente hacia un lado. Acto seguido, una explosión sacudió el barco.

Una de las calderas había explotado. Casi inmediatamente otras dos calderas sufrirían el mismo destino. La explosión inicial no incendió al Sultana por completo, pero si causó grandes daños al barco, matando y mutilando a decenas de pasajeros instantáneamente y generando un enorme agujero en el centro del barco. Como consecuencia, las dos chimeneas del Sultana perdieron estabilidad y pronto cayeron sobre las cubiertas, aplastando a cientos de personas que aún no entendían del todo que era lo que estaba ocurriendo. 

El fuego no tardo en hacerse paso a lo largo del maltrecho barco, causando el pánico de varios, que reaccionaron arrojándose al agua helada del rio, sujetándose a cualquier tipo de escombro que flotara a su alrededor para mantenerse a flote. Empujándose en el agua, los hombres y las pocas mujeres a bordo del Sultana lucharon una batalla entre la vida y la muerte por mantener sus cabezas por sobre el agua. 

El rescate

Mientras que el caos se apoderaba del Sultana, el capitán James Cass Mason, quien resultó ileso de la explosión inicial, hizo todo lo posible para ayudar a las victimas del accidente que el mismo había ayudado a crear. Fue visto en las cubiertas del barco arrojando al agua cualquier tipo de cosa que pudiese encontrar para que las personas tuvieran algo de que sujetarse. La última vez que alguien avistó al capitán fue en la popa de la cubierta más baja, aún desesperadamente arrojando trozos de madera al agua. Mason nunca abandonaría el barco, y su cuerpo jamás fue encontrado. 

Sobre las 3:00 a.m. el barco a vapor Bostona acudió al rescate del Sultana. La tripulación del Bostona inmediatamente arrojó puertas, persianas, tablones, sillas y cualquier objeto que pudiese flotar para ayudar a las personas que aún seguían luchando por mantenerse a flote, al mismo tiempo que rescataron alrededor de 150 personas antes de marcharse a la ciudad de Memphis para alertar a otros barcos del accidente para que estos pudiesen asistir en las tareas de rescate. 

Mientras tanto, en Memphis ya estaban al tanto de la situación. La corriente era tan fuerte que algunos sobrevivientes (y también cadáveres) ya habían sido arrastrados hasta la ciudad, alertando a las autoridades de la ciudad. Pronto todo tipo de embarcaciones, pequeñas y grandes, zarparon en dirección al accidentado Sultana. Cientos de soldados confederados, al enterarse del accidente, acudieron al lugar para colaborar con los esfuerzos de rescate, dejando de lado las diferencias que hasta hace pocos días mantenían con los soldados de la unión. 


El accidente del SS Sultana
El accidente del SS Sultana

Aquellas personas que fueron lo suficientemente afortunadas para ser rescatadas fueron llevadas a diversos hospitales en Memphis, muchos sufriendo de graves quemaduras y varias fracturas. Prácticamente la totalidad de los sobrevivientes sufrieron de agotamiento excesivo o hipotermia. Registros de la época reportaron que alrededor de 780 personas debieron ser hospitalizadas.

A pesar de la gran cantidad de ayuda recibida, el accidente cobró la vida de un alto número de personas. La cantidad exacta de fallecidos nunca pudo ser determinada a ciencia cierta, en parte debido a que no se tenía un registro exacto de las personas a bordo, y que la mayoría de los cuerpos de los fallecidos nunca fueron encontrados, con cadáveres siendo avistados varios días, incluso semanas, después del accidente flotando rio abajo en el Misisipi. 

El número de fallecidos fue estimado en 1.169 personas, aunque el número varía enormemente, con los estimativos más pesimistas reportando la muerte de hasta 1.800 personas. Sea cual sea la estimación que se tome, el accidente constituyó el peor accidente en la historia marítima de Estados Unidos, y los más de 1.000 soldados de la unión que fallecieron durante el naufragio superan la cantidad de muertos en la mayoría de las batallas que ocurrieron en la guerra civil. Solamente batallas de carácter monumental, como la batalla de Gettysburg, registraron más fallecidos para el bando de la unión. 

A su vez, dependiendo del estimativo de fallecidos que se tome, la cantidad total de muertos supera a la cantidad de victimas fatales del mítico hundimiento del Titanic (1.517 personas totales fallecidas), que sucedería casi 50 años más tarde. Si sólo se toman en cuenta los pasajeros fallecidos, descontándose las muertes de miembros de la tripulación, el hundimiento del Sultana supera ampliamente al Titanic (832 pasajeros fallecidos) en cualquiera de las estimaciones.

Luego del Sultana

Quizás el aspecto más trágico y triste del accidente del Sultana fue lo que ocurrió inmediatamente después del accidente.  A pesar de ser el peor desastre marítimo de Estados Unidos, la tragedia pasó completamente desapercibida por la población estadounidense en el momento en que ocurrió, y permanece mayoritariamente en el olvido hasta el día de hoy, apenas mencionándose en los libros de historia del país.

El accidente ocurrió solamente semanas después de que el general Robert E. Lee se rindiera ante el general Ulysses S. Grant, lo que indicó el comienzo del fin de la guerra civil estadounidense. Abraham Lincoln había sido asesinado y su cuerpo estaba siendo transportado a lo largo de los Estados Unidos. Su asesino, John Wilkes Booth, había sido localizado y asesinado el 26 de abril de 1865, tan solo un día antes del hundimiento del Sultana. El general confederado Joseph E. Johnston se rindió ante el general William T. Sherman el mismo día del accidente en Carolina del Norte, y el presidente Jefferson Davis se encontraba escapando de la caballería de la unión. Demasiados eventos de suma importancia histórica para los Estados Unidos estaban aconteciendo al mismo tiempo que el hundimiento del barco, y muy pocos diarios se mostraron interesados en cubrir la historia.

El público de los Estados Unidos estaba ya acostumbrado a escuchar noticias sobre grandes perdidas de vida en las batallas de la guerra civil, y el naufragio de un barco a vapor, lleno de simples soldados desconocidos, no tuvo gran impacto en una nación que ya estaba completamente desensibilizada ante la muerte. A diferencia del Titanic, los pasajeros del Sultana no eran ricos ni famosos, y el hundimiento del barco en un rio con vistas a ambas horillas no era fácil de dramatizar y comercializar como si lo fue el hundimiento del supuesto "barco inhundible." 

Reunión de sobrevivientes del SS Sultana en 1890
Varios sobrevivientes del accidente en 1890

Peor aún, nadie fue responsabilizado por el accidente. El capitán del barco estaba muerto y era imposible condenarlo, mientras que Rubén Benton Hatch, a pesar de haber sido formalmente acusado de sobrecargar al Sultana, ignoró todas las citaciones a declarar, y cuando por fin se solicitó su arresto, nunca fue encontrado, por lo que tampoco fue llevado a juicio. 

La vida de los sobrevivientes del accidente quedó marcada para siempre por el Sultana. Varios cayeron en el alcoholismo y la depresión. Otros dedicaron sus vidas a escribir y publicar sus experiencias del accidente en los diarios y revistas de la época, usualmente omitiendo partes de la historia, o resaltando su propio heroísmo, pero siempre tratando de que no se olvidase el accidente. Reuniones anuales de los sobrevivientes en el aniversario de la explosión comenzaron a ser organizadas alrededor de dos décadas después del desastre, manteniendo viva la memoria del barco, pero eventualmente sus números comenzaron a bajar, hasta que en 1936 falleció el último sobreviviente de la tragedia. 

Muy pocos sobrevivientes lograron llegar a presenciar la colocación del primer memorial en honor a la tragedia, que no sería erguido hasta más de 50 años después, el 4 de julio de 1916, en el cementerio de Mount Olive, en la ciudad de Knoxville en Tennessee, a donde muchos de los soldados fallecidos se dirigían.  La mayoría de las víctimas se encuentran actualmente enterradas en el Cementerio Nacional de Memphis, con simples lápidas blancas junto a una sencilla inscripción: "Unknown U.S. Soldier" ("soldado desconocido de los Estados Unidos").

Memorial del SS Sultana en Knoxville
Memorial del SS Sultana en Knoxville

Memorial del desastre del SS Sultana
Inscripción del monumento vista de cerca: "En memoria de los hombres que estaban en el Sultana, que fue destruido por una explosión el 27 de abril de 1865 en el rio Misisipi, cerca de Memphis, Tennessee." (fuente: roadsideamerica.com)



Lecturas recomendadas y fuentes:

- Salecker, G. E. (2022). Destruction of the Steamboat Sultana: The Worst Maritime Disaster in American History. Naval Institute Press.
- James Mason - sultanadisastermuseum.com (Consultado el 03/11/22) 
- James Cass Mason - findagrave.com (Consultado el 03/11/22)
- The Disaster - thesultanaassociation.com (Consultado el 03/11/22)
- The SS Sultana Disaster - orangebeanindiana.com (Consultado el 03/11/22)
- SS Sultana Memorial - atlasobscura.com (Consultado el 04/11/22)
- Knoxville's nearly forgotten memorial to America's deadliest maritime disaster - knoxmercury.com (Consultado el 05/11/22)


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